Después de la anterior entrada sobre por qué salar la carne, queremos hablar sobre CUÁNDO salar la carne. Dependiendo cuándo se sale la carne, podemos conseguir una cosa u otra. Una de las cosas importantes, es hacerlo de forma eficaz. Hay varias soluciones diferentes y explicaciones que te ayudarán. Hay dos posibilidades. Antes: la sal se disuelve y la parte exterior estará salada de manera uniforme. Después: la sal no se disuelve pero los granos de sal pueden estimular las papilas gustativas.
1. Salar antes de cocinar
El tiempo en el que salas la carne también influye en el proceso.
Si la preparas 2 días antes, la sal penetra toda la carne y reseca ligeramente el exterior lo que hace que guarde los jugos al cocinarla y crear más rápidamente una costra prominente.
De 4 a 5 horas antes cuando la sal entra lentamente en la carne y reseca ligeramente el exterior ayudando a crear esa costra dorada que nos gusta.
Salar 1 hora antes de cocinarla está bien también. Ayuda a que la sal se disuelva ligeramente y no entra demasiado a la carne, la carne será jugosa en esas zonas.
2. Salar justo antes
Salar la carne justo antes del cocinado no hará nada. La sal no tiene tiempo de disolverse ni penetrar la carne. Probablemente, veas cómo la carne caiga a la brasa o la misma carne la expulse.
Además, hay una cosa que hacemos justo antes de cocinarla para que la sal se adhiera. ¡Le echamos aceite! ¡ERROR! El aceite crea una pequeña película entre la sal y la carne que no deja a la sal penetrar correctamente ni disolverse.
3. Durante el cocinado
Salar la carne durante el cocinado, no es interesante. Volvemos a repetir que la sal no tiene tiempo a humedecerse ni de disolverse, por lo que, la mayoría caerá y no se quedará pegada a la carne.
4. Después de cocinar
Sabes exactamente cuánta sal estás echando a la carne. Lo bueno de esto, es que la sal se mantiene crujiente y al encontrarte una en un mordisco, puede excitar a las papilas gustativas. Esta puede ser una buena opción.
